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MoRaDa de CrIaTuRaS

ZULO

ZULO Existe un vago y corto, muy corto,
recorrido desde mi vista hasta el techo,
desde el techo hasta las cuatro
paredes, y de ahí, al suelo.

Un minúsculo atajo desde
unos brazos estirados hasta encogerlos,
vueltos a lanzar al techo,
y bajarlos de nuevo apuntando al piso.

El tiempo no existe, no hay horas,
no hay día, no hay noche,
sólo aburrimiento y soledad.

Y un dolor intenso de cabeza
que rellena esa escasa superficie
sin salida ni para la imaginación.

Ni una mosca, ni un coche,
ni un segundo, sino dos, tres, catorce...
catorce mil, y podría seguir contando
hasta el infinito pues llegaría hasta él.

Nada, y todo a la vez.
Sin música, sin olores, sin tacto,
sin recreación de la vista, sin libertad.

Un navío que zarpa desde el muelle
hasta rebotar en él eternamente.

El techo se ha movido,
las cuatro paredes lo esquivan,
el suelo es un agujero negro que me traga
pero sin llevarme a ningún sitio.

Una luz se enciende y ciega mis ojos,
descoordinando el desequilibrio de mis sentidos.

Falsa alarma que desactiva
mi calamitosa atención
y hierve la sangre que yace
paralizada en mi cuerpo
cortando el tráfico a los pensamientos.

Comida,
arriba asoma,
bebida,
tarde pero no nunca.
Libertad, por favor, libertad.
Pero ignoran mis súplicas.

Otro y otro día,
y otro momento,
y otros catorce mil segundos...
techo,
paredes,
suelo,
locura.

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